Los movimientos feministas de la región has llevado a figuras como Marielle Franco en Brasil, Beatriz Sánchez en Chile y Claudia López en Colombia, a posiciones de liderazgo, inspirando a toda una nueva generación.
DemocraciaAbierta
Aumentar el número de mujeres en la política significa fortalecer la democracia.
Las mujeres son el grupo minoritario con mayor número de integrantes. Mientras que minorías étnicas, raciales y religiosas suelen representar un porcentaje bajo de la población, las mujeres son el 50%, y hasta más en muchos países.
Lo que esto quiere decir es que la mitad femenina de la sociedad consiste en millones de personas que luchan por sus derechos desde la independencia de nuestros países. Son muchas luchas y muchas mujeres. Son mujeres de raza, ideologías y orígenes diferentes, luchando por motivos que abarcan cuestiones que no son solo de género, sino también muchos otros más.
Al llegar a cargos políticos, las mujeres han traído esa lucha de los grupos a los que pertenecen. Traen un poco de ese ADN comprometido con temas sociales al tejido político.
No es casualidad que movimientos preocupados en innovar en la política pongan énfasis en el rol de la mujer, como es el caso del recientemente publicado estudio y serie audiovisual producido por Instituto Update, que se dedicó a analizar por 14 meses cómo las mujeres políticas latinoamericanas, están cambiando la realidad de nuestro países.
La forma de hacer política en América Latina está cambiando. Puede no ser evidente cuando miramos a presidentes como Jair Bolsonaro, Iván Duque, Sebastián Piñera, entre otros. Pero la política de base cuenta otra historia. Los movimientos feministas de la región llevaron a figuras como Marielle Franco en Brasil, Beatriz Sánchez en Chile y Claudia López en Colombia, a cargos de liderazgo, inspirando a toda una nueva generación.
“La mujer en América Latina forma la base de la vida, está en todas las comunidades, está en las villas, en los rancheríos, en los quilombos, en los pueblos, en las ciudades. Este conocimiento múltiple debe llegar al sistema político”, dijo en la serie del Instituto Update Áurea Carolina, concejala con más votos en la historia de Belo Horizonte y actual diputada federal de Brasil.
Estos movimientos, ¿qué quieren decir para América Latina?
Ni Una Menos
Como lo explica el estudio de Instituto Update, es imposible hablar de política feminista en la región sin mencionar al movimiento argentino organizado en las redes sociales: Ni Una Menos. La primera marcha se realizó el 3 de junio de 2015 en 80 ciudades de toda Argentina y reunió a unas impresionantes 300 mil personas. A partir de ese día, el movimiento se convirtió en un fenómeno de unas 800 mil personas.
La paridad de género es una realidad en las legislaturas locales en Argentina, Costa Rica, Venezuela y Ecuador. México y Bolivia muestran paridad en las tres ramas
Ni Una Menos despertó una ola de levantamientos femeninos en América Latina. En Argentina, dio lugar a la llamada hacia Marea Verde, una campaña por el derecho al aborto legal. En 2018, dos millones de mujeres participaron en manifestaciones con pañuelos verdes, que se convirtieron en el símbolo del levantamiento.
De las calles a las instituciones
En ese mismo año, la Cámara de Diputados de Argentina aprobó el proyecto de ley redactado por mujeres de la sociedad civil y diputadas. El proyecto luego fue vetado por el Senado, pero La Marea logró poner el asunto sobre la mesa y en las conversaciones de las familias comunes de todo el país.
Al año siguiente, en México, #NoMeCuidanMeViolan reunió a mujeres en las calles para protestar contra la violencia policial.
En Brasil, el movimiento inspiró a las mujeres a organizar manifestaciones contra el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, autor de un proyecto que dificultaba el acceso de las mujeres al aborto legal.
Las protestas se intensificaron luego del asesinato de la concejala Marielle Franco el 14 de marzo de 2018.
Las mujeres regresaron a las calles para responder a la candidatura de Bolsonaro a la presidencia tras el mensaje #EleNão, o Él No. La organización de las manifestaciones y el alcance de las protestas son fruto del trabajo de mujeres. La demanda no era específica de la agenda feminista, pero el #EleNão se convirtió en la mayor movilización femenina de la historia de Brasil.
Estos ejemplos muestran que, al reunirse en las calles para hacer escuchar sus demandas, grupos de mujeres se dieron cuenta de que una manera eficiente de mudar el sistema es desde adentro. Como lo dijo Jô Cavalcanti, diputada estatal brasileña, “Ahí es cuando entramos para estar disponibles para el sistema, para disputar la institución, porque siempre hemos estado en las calles”.
Demostraron que las mujeres latinoamericanas tienen la capacidad de imponer cambios rápido. Mucho cambió en cinco años.
El cambio es visible
La paridad de género es una realidad en las legislaturas locales en Argentina, Costa Rica, Venezuela y Ecuador. México y Bolivia muestran paridad en las tres ramas (Ejecutiva, Legislativa y Judicial), esperada en todos los niveles de gobierno (comunitario, municipal, estatal y federal).
Las mujeres que ejercen en la política marcan la diferencia cuando son conscientes de las desigualdades en general
En Argentina, actualmente, las mujeres son el 42% del Senado y el 39% de la Cámara de Diputados, y fue país pionero en adoptar cuotas femeninas para el Congreso.
El año pasado, México extendió la paridad a los tres poderes en todos los niveles de gobierno.
En Bolivia, el 52% del parlamento está compuesto por mujeres, la tasa más alta en América Latina.
En Chile, en las últimas elecciones legislativas, el número de senadoras aumentó de seis a 10, de un total de 43 senadores, y el número total de diputadas pasó de 19 a 35, de un total de 155 diputados.
En Brasil, el aumento en el número de diputadas federales fue del 15%: de 51 a 77 electas, pero la mayoría sigue siendo de mujeres blancas. De ellas, 43 ocuparon el cargo de diputada federal por primera vez.
Mujeres en el poder durante la pandemia
La Covid-19, entre muchas otras cosas que nos ha enseñado, llamó la atención a cómo las mujeres líderes administraron la crisis sanitaria. Desde el comienzo de la actual pandemia del nuevo coronavirus, la relación entre las líderes femeninas nacionales y su eficacia en el manejo de la crisis ha recibido mucha atención de los medios de comunicación.
Aunque estas comparaciones pueden parecer puramente anecdóticas, un estudio – utilizando datos comparativos entre 194 países – concluyó que las respuestas ante la Covid-19 son sistemáticamente mejores en países liderados por mujeres. En cierta medida, el resultado puede explicarse por las respuestas políticas proactivas y coordinadas adoptadas por ellas.
La investigación determinó que, tanto la tasa de infección como la tasa de mortalidad de Covid-19, han sido menores en países gobernados por mujeres que en los gobernados por hombres. En un esfuerzo por aislar el efecto específico de tener una mujer líder, compararon los países dirigidos por mujeres con los dirigidos por hombres que son similares en cuanto a población, geografía, igualdad de género, gastos sanitarios y número de turistas. Independientemente de la forma en que se recortaron los datos, a los países dirigidos por mujeres les fue mejor.
La realidad muestra que existe la advertencia que las mujeres que ejercen en la política marcan la diferencia cuando son conscientes de las desigualdades en general. Porque han sido y siguen siendo víctimas de violaciones de los derechos y las amarras impuestas por la sociedad, tienen el deseo de deshacerse de ellas.
Aumentar la representatividad de mujeres en las esferas políticas no es solo una cuestión de género. Es una cuestión de cambio institucional que mejora las políticas para la población en general.
Este artículo fue publicado originalmente en Open Democracy
Foto principal: Manifestantes realizan un acto tras el asesinato de la concejala Marielle Franco el 14 de marzo de 2018 | Fabio Vieira/FotoRua/NurPhoto
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