Puede que Estados Unidos no tenga presencia física dentro de Afganistán en el futuro, pero se teme que sus sanciones económicas acaben siendo más mortíferas que sus fuerzas armadas.
by Robert Inkalesh
WASHINGTON – De acuerdo con la promesa del presidente Joe Biden de retirarse de la guerra de 20 años de Estados Unidos en uno de los países más pobres de la tierra, el gobierno de Estados Unidos aún no ha presentado ningún plan para las futuras relaciones con Afganistán, ya que, según se informa, está tratando de congelar la riqueza de Kabul por temor a que caiga en manos de los talibanes.
En medio del súbito colapso del gobierno de Afganistán y el subsiguiente retorno al poder de los talibanes este domingo, la presencia de tropas estadounidenses en el aeropuerto de Kabul, en Afganistán, se ha incrementado al parecer a 4.500 efectivos, con un nuevo aumento previsto a 6.000 en los próximos días.
Habiendo abandonado su embajada en la capital afgana y prometiendo mantener una presencia sólo en el aeropuerto del país, el gobierno estadounidense ha calculado muy mal el ritmo al que el país estaba destinado a caer en manos de los talibanes. La falta de un plan de contingencia, en el caso de que dicha insurgencia desbordara al gobierno del ex presidente Ashraf Ghani, respaldado por Estados Unidos, ha provocado un bochorno en el ejército estadounidense y un fuerte descenso del índice de aprobación de Biden en su país.
El duro impacto del poder «blando» de Estados Unidos
«Cualquier activo del Banco Central que el gobierno afgano tenga en Estados Unidos no se pondrá a disposición de los talibanes», dijo un funcionario estadounidense no identificado que habló con The Washington Post. Según ese mismo informe, la administración Biden ha congelado los activos de Afganistán, la gran mayoría de los cuales no se encuentran dentro de las propias fronteras de la nación.
Alrededor del 80% del presupuesto anual de Afganistán está financiado actualmente por Estados Unidos y otros gobiernos extranjeros, lo que podría terminar ahora que los talibanes han tomado el control del país. En consonancia con las sanciones vigentes contra los talibanes y la Orden Ejecutiva 13224, se prohíbe cualquier trato con los talibanes. La Orden Ejecutiva 13224 fue firmada por el entonces presidente George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre y se dice que fue diseñada para restringir la financiación a las organizaciones terroristas designadas por Estados Unidos. Esto significa que, para uno de los países más pobres del planeta, ahora puede ser aún más difícil hacer llegar la ayuda humanitaria internacional en un momento en el que se espera que la actual crisis de refugiados se agrave.
El 6 de mayo de 2019, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU -al comentar la aplicación de sanciones contra Irán, Venezuela y Cuba- declaró que «el uso de sanciones económicas [por parte del gobierno de Estados Unidos] con fines políticos viola los derechos humanos y las normas de comportamiento internacional.» También advertía de que tales acciones amenazan con crear «catástrofes humanitarias provocadas por el hombre de proporciones sin precedentes».
Durante las dos últimas décadas, las sucesivas administraciones estadounidenses han impulsado su proyecto de construcción nacional en Afganistán, trabajando para construir un ejército afgano de 300.000 efectivos, armado con lo último en equipamiento militar estadounidense. Entre 2001 y 2019, el gobierno estadounidense gastó 133.000 millones de dólares en sus esfuerzos de construcción nacional en Afganistán.
Los talibanes hablan mientras Estados Unidos hace el viaje
Los talibanes parecen estar adoptando ahora un enfoque más pragmático de la política, mostrándose más calculadores que antes, aunque el escepticismo sigue siendo grande en cuanto a si el grupo cumplirá sus promesas de mantener la paz y respetar los derechos de las mujeres.
A principios de febrero, funcionarios talibanes realizaron una visita sorpresa al vecino Turkmenistán, país con las cuartas mayores reservas de gas natural del planeta, donde se comprometieron a apoyar la construcción de un gasoducto a través de su país y a proporcionar estabilidad. También se habló de otros planes de infraestructura ferroviaria en Afganistán.
Mientras el gobierno de Estados Unidos se ve en apuros, viendo cómo su esfuerzo bélico de 2,2 billones de dólares resulta no haber significado nada y tratando de recoger los pedazos, se comporta ahora de forma muy peligrosa. Tras haber utilizado la fuerza aérea estadounidense contra los talibanes durante los últimos meses, ahora reteniendo la riqueza de Afganistán, Estados Unidos está adoptando un enfoque mucho más agresivo que el de sus rivales.
China ha declarado que está dispuesta a mantener «relaciones amistosas» con los talibanes, mientras que Rusia y Pakistán también han expresado sentimientos similares. Puede que Estados Unidos no tenga presencia física dentro de Afganistán en el futuro, pero se teme que sus sanciones económicas acaben siendo más mortíferas que sus fuerzas armadas.
Foto principal | Estudiantes pintan mensajes en solidaridad con el pueblo de Afganistán en una acera de Mumbai, el 17 de agosto de 2021. Rajanish Kakade | AP
Robert Inlakesh es un analista político, periodista y director de documentales que actualmente reside en Londres, Reino Unido. Ha informado y vivido en los territorios palestinos ocupados y presenta el programa de Press TV «Palestine Files». Director de «El robo del siglo: La catástrofe palestina-israelí de Trump‘. Síguelo en Twitter @falasteen47
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