Muchos analistas han estado observando de cerca el crecimiento de la potencia naval china y su creciente presencia en los océanos Índico y Pacífico, conocidos colectivamente como la región indo-pacífica. Sin embargo, de lo que menos se habla es de la región del Caribe, que, a su vez, no es una excepción, sino que también es un escenario de la competencia entre China y los Estados Unidos.
Aunque el recuerdo de su pasado no ha impedido que la historia se repita, no es posible que los descendientes de la primera revuelta de esclavos a gran escala que tuvo éxito en el mundo olviden el trauma infligido por sus vecinos del norte.
La OMS y el UNICEF han expresado su preocupación por lo que describen como un «alarmante descenso» de los programas de vacunación infantil, las visitas a hospitales por problemas graves, incluidos los ataques cardíacos e incluso un retroceso en la lucha contra el SIDA.
Este año, el Producto Interno Bruto de América Latina y el Caribe sufrirá una caída de 5,3%, tras la crisis generada por la pandemia del Covid-19; mientras la tasa de pobreza aumentará 4,4 puntos porcentuales y el número de pobres pasaría de 186 millones en 2019 a 214,7 millones, casi 29 millones más.