Mientras que algunos pueden ver el gesto de Israel como un acto de magnanimidad, mostrando solidaridad con un país enemigo, a uno le cuesta encontrar palabras para expresar lo repugnante y cínico que es realmente.
Fuentes occidentales dijeron que las naves de reconocimiento estaban en los cielos en el momento de la explosión, pero no llevaron a cabo ningún ataque.
El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, ordenó destruir un depósito de armas del Hezbollah en Beirut con un arma nueva que dejó más de 100 muertos y unos 5 000 heridos en la capital libanesa, provocando además enormes daños materiales, este martes 4 de agosto. Esta vez será difícil que Netanyahu pueda ocultar su responsabilidad personal y la del Estado israelí.
Justo cuando se cumple el aniversario de la explosión de Hiroshima, empiezan a salir a la luz imágenes de una de las peores explosiones de la historia moderna.
Dado que el Líbano ya sufre una crisis alimentaria, el colapso de la moneda y sanciones económicas, la devastadora explosión en el puerto más grande de Beirut puede ser una sentencia de muerte para la economía del país.
Los refugiados, independientemente de su raza, etnia o religión, deben ser tratados con respeto y dignidad, sin importar la complejidad política de sus países de acogida.